¿Por qué las mujeres no estudian ingeniería?
¿Por qué las mujeres no estudian ingeniería?
Es un hecho cierto que estudian
ingeniería muchas menos mujeres que hombres. Según datos del Instituto de la
Mujer, únicamente un 25,64% del alumnado universitario que estudia ingeniería y
arquitectura son mujeres. Es más, la ingeniería y la arquitectura es la única
rama de enseñanza donde hay una minoría tan pronunciada de mujeres, dado que en
el resto de ramas de enseñanza las mujeres son la mayoría del alumnado
matriculado. Ello explica que las plantillas de las empresas de base
tecnológica sean mayoritariamente masculinas y que haya una abultada
desigualdad de género en las ocupaciones de los sectores de alta y alta-media
tecnología, donde las mujeres representan menos del 30% del conjunto de la
fuerza de trabajo.
No se conocen en plenitud las
razones que provocan estas diferencias entre mujeres y hombres en cuanto a sus
preferencias de estudios/trabajos, aunque sí se sabe que los estereotipos de
género juegan algún rol al respecto. Estereotipos que se originan prácticamente
al nacer y que luego se prolongan en el tiempo. Miremos, por ejemplo, a qué
juegan nuestros hijos: los niños suelen montar piezas; las niñas suelen cuidar
muñecas. Estereotipos de trabajo industrial y de trabajo de cuidados que se
reproducen cuando llega la hora de elegir estudios y de elegir trabajo.
En la presentación de su libro La
mujer ante el desafío tecnológico, Laura Tremosa trataba de expresar algunas de
las razones por las que históricamente “las mujeres se han mantenido tal
alejadas de la evolución tecnológica”. En su opinión, “bien podría decirse que
el aparente divorcio de las mujeres y la tecnología tiene sus raíces en una
doble división del trabajo, por una parte la división sexual que hizo que las
mujeres, a medida que la organización social avanzaba hacia el modelo actual,
quedaran como especialistas en la reproducción (tener hijos y la multiplicidad
de trabajos domésticos) y, por otra, la división entre trabajo manual e
intelectual que alejó a las pocas mujeres que tuvieron acceso a la cultura de
un tipo de desarrollo como es el técnico, resultado de la articulación de los
conocimientos prácticos como los científicos”.
Los estereotipos son, a su vez,
un elemento clave en el estudio de caso realizado por un equipo de
investigación entre el alumnado de la Universidad Politécnica de Madrid: “Los
estereotipos asociados a la cultura de la ingeniería y de los estudios técnicos
hacen que estas carreras hayan sido siempre vistas como más apropiadas y
lógicas para los hombres, por ser percibidas como exigentes y poco femeninas”.
Pero también cuenta “una clara preocupación por el llamado ‘techo de cristal’,
es decir, las barreras inherentes y atribuidas a la dificultad para compaginar
familia y trabajo”.
De hecho, ante la pregunta ¿crees que tu carrera profesional puede verse afectada por tu maternidad/paternidad?, el 49% de los estudiantes varones dice que sí (lo que ya es un porcentaje muy alto para los varones y denota la propia visión que se tiene del trabajo en el sector de las TIC), mientras que son el 70% las estudiantes que contestan que ello será así, esto es, 7 de cada 10 mujeres estudiantes de ingeniería perciben que el sector en el que van a trabajar no pondrá fácil su maternidad.
De hecho, ante la pregunta ¿crees que tu carrera profesional puede verse afectada por tu maternidad/paternidad?, el 49% de los estudiantes varones dice que sí (lo que ya es un porcentaje muy alto para los varones y denota la propia visión que se tiene del trabajo en el sector de las TIC), mientras que son el 70% las estudiantes que contestan que ello será así, esto es, 7 de cada 10 mujeres estudiantes de ingeniería perciben que el sector en el que van a trabajar no pondrá fácil su maternidad.
El tema no es baladí (trivial, superficial). Primero
porque, según avanza la digitalización, parece claro que un importante número
de los puestos de trabajo que se van a crear en el futuro requerirán de
conocimientos en ingeniería o, en general, de lo que denominamos STEM, acrónimo
en inglés que agrupa los estudios en ciencia, tecnología, ingeniería y
matemáticas. De este modo, si las mujeres son minoría en estas disciplinas,
tendrán serias dificultades para incorporarse al mercado de trabajo del futuro
en pie de igualdad. Por cierto, estos serán los puestos de trabajo del “star
system”, lo que significa los mejor pagados y de más prestigio profesional y
social. Razón por la cual la menor presencia de las mujeres en estos estudios
puede agrandar la brecha de género (salarios, tiempo de trabajo, pensiones) ya
de por sí significativa que existe en nuestro mercado de trabajo.
Pero hay un segundo motivo que
conviene subrayar. Los puestos de trabajo más proclives a su desaparición con
el avance de la introducción de las tecnologías en los procesos productivos y
la economía son muchos de los que habitualmente realizan las mujeres.
El ejemplo pueden ser los trabajos típicamente administrativos. Tareas manuales y/o cognitivas repetitivas como éstas tenderán, efectivamente, a ser sustituidas por algoritmos. De ahí que el proceso de digitalización pueda tener una afectación más intensa, y de sentido negativo, en las tasas de ocupación y de empleo femeninas, agrandando la desigualdad entre hombres y mujeres, casi endémica en nuestro país, en el acceso y la permanencia en el trabajo.
El ejemplo pueden ser los trabajos típicamente administrativos. Tareas manuales y/o cognitivas repetitivas como éstas tenderán, efectivamente, a ser sustituidas por algoritmos. De ahí que el proceso de digitalización pueda tener una afectación más intensa, y de sentido negativo, en las tasas de ocupación y de empleo femeninas, agrandando la desigualdad entre hombres y mujeres, casi endémica en nuestro país, en el acceso y la permanencia en el trabajo.
Las mujeres hemos andado un largo
trecho para conseguir una mínima igualdad en el mercado de trabajo, todavía
inconclusa e imperfecta. Las tecnologías pueden hacer que retrocedamos una
parte del camino andado. Pero podemos empezar por intentar convencer a las más jóvenes de que
merece la pena estudiar ingeniería. Se acercan tiempos de regalos. Así que
empecemos esa tarea pensando en los roles que asignan los juguetes que
compramos. No dejemos que nuestras niñas cuiden y nuestros niños construyan.
Hagamos que unas y otros puedan jugar a ambas cosas. No lo parece, pero
habremos dado un paso significativo para la igualdad en el mercado de trabajo
del futuro.
que buen dato
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